Históricamente, la comarca de Cinco Villas y toda la región de Bidasoa y Baztán han prestado una gran atención a los órganos que habían de instalarse en sus iglesias. En esta comarca hubo incluso una saga de organeros, los Apecechea, que residieron en varias localidades de la zona a lo largo de los siglos XVII y XVIII.
La existencia de un órgano en Bera (hasta hace pocas fechas “Vera de Bidasoa”, nombre adoptado a su vez en los comienzos del siglo XX) se halla documentada ya desde el año 1650. Ya del siglo XVIII, se conserva un contrato firmado en 1714 entre el Ayuntamiento de la villa y el maestro de Lerín Joseph de Mañeru y Ximénez. Se trata de un órgano importante que muestra la importancia que se ha dado desde siglos atrás a este instrumento en Vera de Bidasoa. El órgano que aparece en el contrato consta de una completa familia de flautados que van desde “un flautado mayor de entonación de 13 palmos, su tono natural de capilla” hasta “otro lleno llamado Zímbala de tres caños por punto su entonación. El 1º a de entrar en veinte y novena y todos los demás espezies reyteradas como es uso (…)”. Cuenta también este órgano con “tres registros de nazardos” en docena, quincena y diecisetena. Un juego de violón y dos cornetas, una de 7 hileras y otra de 5 colocada en arca de ecos. La lengüetería se presenta también bien surtida, con seis juegos colocados en el interior y en el exterior. Todo ello sobre un teclado de 45 notas y ocho pisas para los pies.
Mañeru nombra y presenta como fiador a Thomás de Apecechea, vecino de Yanci y miembro de una prestigiosa estirpe de organeros localizada entre la villa citada, Lesaka y Etxalar.
Con estos antecedentes, se comprende mejor la elección de Aquilino Amezua para construir un nuevo órgano de carácter romántico. Amezua promete echar el resto cuando, en el contrato para la construcción de este instrumento, hace constar textualmente:
“(…) y en caso que no superara a todas las obras extranjeras presentadas hasta hoy, quedan con derecho a reprobar la obra los nombrados para su examen y aprobación.”
Hay que mencionar también el cuidadoso criterio de quienes escogieron a Aquilino Amezua para la construcción de este órgano. Amezua fue en su tiempo el organero español más importante por su continuo afán innovador y por la calidad de su trabajo (1). Los responsables de Bera apuntaron alto, y eso se sigue agradeciendo en la actualidad, 100 años después de la muerte de Amezua, con un instrumento que se conserva tal como su autor lo concibió.
(1) Recomendamos consultar al respecto el interesante blog de Sergio del Campo Olaso sobre la actividad de Aquilino Amezua: http://aquilinoamezua.blogspot.com.es/
Fuentes: “Órganos de Navarra” – Aurelio Sagaseta, Luis Taberna.
Ed. Gobierno de Navarra, año 1985